¿Está ayudando la crisis al progreso de la comunicación interna?

Es está una pregunta que me hacen y que me hago con frecuencia. No existe ningún estudio que yo conozca que nos aporté datos suficientemente fiables sobre la evolución de la comunicación interna (CI) en España durante los últimos años. A falta de datos, podemos compartir algunas reflexiones.

La crisis económica ha incrementado las demandas de las empresas sobre el desempeño de los profesionales (hacer más y mejor con menos). Para lograrlo, el compromiso de esos profesionales, (vamos, que quieran aportar lo que necesitamos de ellos) es crítico. Y para que quieran, será necesario que conozcan la situación y sientan que su aportación es necesaria. Para ello trabaja la CI. Por tanto, podríamos pensar que las crisis debieran hacer que nuestra aportación fuera más necesaria, más demandada y, si logramos evidenciar su eficacia, más reconocida. Así debiera ser y así está siendo en algunas de las organizaciones para las que trabajamos desde Alcor.

Pero también conozco, desgraciadamente, empresas (debiera decir directivos) que parecen creen que la CI sólo sirve para amplificar los éxitos. Cuando el camino se pone cuesta arriba y no se logran los resultados esperados, una peculiar regresión les hace retroceder a los tiempos del silencio y el distanciamiento, con penosas consecuencias para la CI. Vuelven al confortable útero de su despacho. No se limitan a reducir el presupuesto dedicado a la CI -acción comprensible- sino que también reducen lo que debieran aumentar: su cercanía y visibilidad para protagonizar y dialogar un relato con sus colaboradores sobre lo que nos está pasando y sus causas y, sobre todo, las acciones que vamos a impulsar para estar mejor o, al menos, seguir estando. En otras palabras, una receta clásica basada en asumir y hacer visible el liderazgo en tiempos tormentosos. Con la CI como soporte.

Por tanto, la actual crisis económica -aunque sea general- no genera las mismas consecuencias para la CI de todas las organizaciones. Más allá de las diferencias por sectores económicos, la clave está en la calidad de su liderazgo. Ese es el autétnico factor diferencial.

Una consecuencia desgraciada de la crisis económica son las reducciones colectivas de empleo, los conocidos y temidos EREs. Estas situaciones plantean unas demandas intensas de comunicación con los empleados, demandas que parecen obvias. Tanto con los empleados que han de dejar la empresa como con los que se quedan y cuyo desempeño será determinante para la evolución posterior de la misma.

Hace unos días, la consultora Estudio de Comunicación (www.estudiodecomunicacion.com) ha publicado las conclusiones de más de 200 entrevistas a empleados de empresas que estaban atravesando una situación de ERE. Algunos de sus resultados son significativos: sólo el 22% de los empleados tienen la primera información sobre el ERE de una fuente empresarial; un 46% afirma que el dpto de CI no les informó en ningún momento a lo largo del proceso; un 41% consideran que la información previa que tenían sobre la marcha de la empresa era prácticamente nula.

Desgraciadamente, estos demoledores datos no distan demasiado de mi experiencia personal.

Tenemos mucho que hacer para lograr que la CI incremente su aportación de valor también en contextos de crisis. Sigue siendo un reto claro en nuestro esfuerzo de profesionalización. Ahora bien, este progreso es y será dependiente de la calidad de liderazgo que pongan en juego los ejecutivos de nuestras organizaciones.

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